Estimado partícipe,

Le enviamos un comentario de mercados explicando la situación a nivel macro que estamos viendo en estos momentos en los distintos mercados financieros a nivel global.

El Banco Central Europeo (BCE) se dispone a subir tipos de interés con la intención de controlar la inflación sin generar una recesión. El objetivo del BCE al señalizar un aumento en los tipos es moderar el crecimiento de la demanda, y por lo tanto, de los precios. Para quien es un ahorrador, con un perfil de riesgo moderado, el aumento de la rentabilidad es una excelente noticia. Personas mayores, con elevado patrimonio, con cierta educación financiera, así como grandes empresas que han acumulado liquidez durante los últimos años deberían beneficiarse del ascenso en los tipos. Sin embargo, la economía española es deudora respecto al resto del mundo. El incremento en la carga financiera será especialmente negativo para los jóvenes, aquellos con un patrimonio neto negativo y para las pequeñas empresas, con pocas opciones para diversificar sus fuentes de financiación. La reducción del gasto tenderá a ser más importante en la medida en que este proceso transfiere recursos desde los deudores a los acreedores. Estos últimos tienen una menor propensión marginal a gastar, lo que garantiza que el efecto neto sobre la demanda interna sea de un ajuste en el consumo y en la inversión.

No obstante, no está claro cuánto tendrá que incrementar los tipos el BCE para ser exitoso. Si los servicios fueron fundamentales para mantener la inflación baja durante 2020 y buena parte de 2021, ahora se están convirtiendo en una fuente de presión sobre el IPC. Finalmente, no se avista una caída en los precios de las materias primas y los problemas de abastecimiento en las cadenas de suministro continúan siendo importantes.

El BCE ha afirmado que los aumentos serán moderados, en parte pensando en el impacto negativo sobre la actividad que está teniendo la invasión rusa en Ucrania y también apostando a que empresas y familias mantendrán sus expectativas de inflación ancladas dada su credibilidad. Si esto es suficiente para desacelerar el crecimiento de la demanda y si las medidas implementadas por los países permiten que los precios de la energía caigan hacia finales de año, el BCE puede lograr no tener que generar una recesión para controlar la inflación.

Acerca del proceso inflacionista al que se están enfrentando buena parte de las economías a nivel global. Sus causas y cronología están hoy relativamente bien comprendidas, tanto por los responsables de la política económica, como por el conjunto de los agentes sociales. Existe actualmente un amplio consenso sobre el papel de la oferta global de materias primas, bienes intermedios y de equipo en este proceso. Primero, al ser esta incapaz de responder con la intensidad adecuada a la recuperación de la demanda -sobre todo de China y Estados Unidos-, tras la aparición de numerosos cuellos de botella en las cadenas de valor global. Esto último, en parte como consecuencia de las mermas esporádicas de la mano de obra producida por los rebrotes de la COVID-19 en diversos puntos del planeta, a distintos tiempos y con dispares respuestas por parte de las autoridades sanitarias locales.

Son bien conocidos los problemas de inflación que nos aquejan, sus causas, consecuencias y los riesgos que siguen entrañando. Las medidas puestas en marcha, aunque bien intencionadas, no solucionan el problema que existe de base, resultan algo insuficientes para aliviar sus consecuencias y, por ende, difícilmente evitarán la actuación más contundente de la política monetaria. Hacia delante, serían deseables políticas económicas más progresivas e inclusivas, con una perspectiva temporal más amplia y que, sobre todo, no entren en conflicto con los objetivos de sostenibilidad en el largo plazo.

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